martes, diciembre 19, 2006
¡Alerta! Estamos en temporada peligrosa
Fernando Buen Abad Domínguez
Rebelión/Fundación Federico Engels
Sin la publicidad, sin la complicidad de los gobernantes, sin la complacencia de los mandos clericales… el cometido mercantil de los festejos navideños naufragaría en las tiendas departamentales. Los mass media han secuestrado, en alianza con sinnúmero de socios, la Navidad. Antes, durante y después del que se conoce como día del aniversario natalicio de Jesucristo, una vorágine mercantil se apodera del mundo y lo inunda con mal gusto, juguetería basura y música cursi al servicio de un episodio de expansión comercial cuya capacidad de penetración ha rebasado todo el límite. Y se lo promueve como logro moral del capitalismo.
Se trata de un ultraje navideño con juguetes, arbolitos, esferas, luces, moños y excesos de todo tipo. La "industria publicitaria" cumple su tarea ideológica, camuflada de cristiana, entrañable e inofensiva. Reino terrenal de sistema avasallante de producción publicitaria en éxtasis capitalista de objetos incontables y en plena crisis de sobreproducción. Nos inunda la publicidad, juega con nuestros sueños, planifica estrategias de ventas con bases materiales concretas y complejas, se hace de nuestras palabras y penetra nuestros campos imaginarios, nuestros deseos, nuestros apetitos, nuestras ambiciones… alienación que desgarra toda relación con la vida real para garantizar la usurpación del salario a cambio de baratijas de ocasión. "Noche de paz y noche de amor"… dicen.
Asalto ideológico penetrante que nos exige autodefensas para ayudarnos a desconfiar del oropel publicitario, interpretar correctamente las exageraciones y las ambigüedades, desnudar las trampas de la lengua burguesa. Aunque la tengamos metida en casa, la guerra ideológica emprendida por los mass media para hacernos compradores compulsivos de cualquier basura, debe ser combatida sistemáticamente y con los bolsillos del salario perfectamente cerrados.
Trece estrategias de autodefensa para no sucumbir al chantaje publicitario navideño; trece ideas para cambiarle la suerte al salario de los trabajadores amenazado por los buitres de la publicidad navideña:
1.- Celebrar sin fanatismo. (celebréis lo que celebréis) No hay dios padre ni dios hijo que se ponga contento con llenarle los bolsillos a esos mercachifles dueños de la payasada mercantil que nos saquea los salarios.
2.- No legitimemos las ideas y creencias del patrón ni de la clase a que él pertenece. No legitimemos los intereses de una clase dominante ni sus ritos ni su modo de vendérnoslos.
3.- No nos dejemos extorsionar: los modos en que la burguesía celebra sus "fiestas navideñas" no tiene por qué ser imitada. No se es "débil", "feo", "perdedor", "pobre" o "tonto" si uno decide hacer con su dinero celebraciones totalmente distintas a las del burgués ostentoso.
4.- Nada de lo que anuncia la publicidad debe ser comprado si no corresponde a necesidades concretas de los trabajadores. Nada debe ser comprado bajo chantaje, vergüenza o imposición alguna. Se puede discutir abiertamente la compra de artículos o regalos para celebrar, analizarlo con amigos y compañeros de trabajo, comparar precios y hacer compras colectivas. Eso ayuda a no enfrentar en soledad las argucias de la publicidad para engañar y saquear el dinero de los trabajadores.
5.- No comprar llevado por la idea de ser envidiado por todos. No permitir que manipulen nuestros deseos, instintos, antojos, afectos y cariños. Ningún juguete suplanta la relación personal, ningún objeto sustituye la solidaridad y el amor. Ni un solo peso a los manipuladores especialistas en propinar al pueblo golpes bajos para obligarlo a gastar en fetiches perversos.
6.- La publicidad mercantil es la ideología de la burguesía, es el púlpito del capitalismo, no le creamos un ápice. No gastar en Navidad, más allá de lo racionalmente indispensable, no nos hace pecadores, insignificantes ni estúpidos. No dejemos que nos acomplejen.
7.- Es mentira que con regalos se fortalece el afecto. De padres a hijos o de padres entre sí. Los hombres (trabajadores, obreros y campesinos) no dejarán de ser hermanos porque no gasten su salario en complacer a los publicistas. Que por su parte no son hermanos más que del dinero.
8.- Es mentira que en la Navidad de los burgueses todos somos "hermanos", "hijos de Dios"… etc. En estas festividades la lucha de clases persiste y ningún comerciante dejará sus riquezas para beneficiar a los trabajadores, a quienes, por el contrario, esquilma y engaña ayudado por publicistas. Ni un centavo para ellos.
9.- No hace falta emborracharse ni embrutecerse para ser felices. Tampoco se es feliz por gastar mucho dinero. Todavía hay muchos momentos de felicidad que son gratis. Cosa de ingeniárnoslas.
10.- No dejarse "estimular" con las payasadas que inventan los publicistas empeñados en emocionarnos, sensibilizarnos, cachondearnos para que paguemos cualquier precio por cualquier basura.
11.- Ninguna publicidad logrará garantizar "mayor poder sexual", "mágia", "seducción"… los trabajadores no deben conceder ninguna credibilidad a quienes ofrecen paraísos imaginarios ni ilusiones mediocres. Todo lo que buscan es quedarse con el producto del trabajo, saquear lo que le queda al trabajador después de que el patrón ya ha esquilmado los salarios.
12.- Cuestionemos y sancionemos socialmente la publicidad burguesa produciendo interpretaciones críticas y disidentes sobre sus dispositivos ideológicos y sus fines contra la clase trabajadora.
13.- El salario de los trabajadores debe ser defendido por los trabajadores. Especialmente contra la publicidad burguesa.
El dinero o la vida (o las dos cosas):
La publicidad en épocas navideñas expresa también la urgencia mercantil de las empresas. Les urge vendernos todo y para eso no importa qué clase de canallada (con música sacra o escenas glamorosas) halla que inventar. Los patrones afilan sus colmillos con ayuda de publicistas para vendernos su ideología y su mercadería. El producto del trabajo convertido en un botín acorralado con artefactos, engañifas, tentaciones generalmente innecesarias, inútiles e inservibles.
Quieren nuestro dinero a como de lugar y quieren que lo entreguemos felices de la vida. Ese es su cinismo que mueve a risa por la ironía que se agudiza cuando se habla de "fraternidad entre hermanos" pero a la hora de quedarse con la mejor parte, la burguesía cierra las puertas de sus casas para que los pobres no entren a robar los juguetes caros de los niños ricos. Quieren vendernos cenas, viajes, cuentas bancarias, relojes, juguetes, bebidas… la ideología dominante desarrolla todo para intervenir en la conciencia de aquellos a los que somete y emplea el discurso publicitario navideño esencialmente para satisfacer la ansiedad de los patrones y sus "nichos de mercado".
El capitalismo con su publicidad actualiza perversiones mercantiles contra el proletariado a quien aplica un tratamiento diversificado entre la seducción y el desprecio, a lo largo del año, claro, pero muy especialmente en navidad. La clase trabajadora es acribillada desde los medios de publicidad para engordar los ingresos que la burguesía secuestra impunemente con cualquier pretexto. Ocurre una guerra abierta inter-burguesa, batalla entre empresas, caracterizada por la virulencia manipuladora de mensajes elaborados por especialistas de la canallada mercenaria.
La clase trabajadora sufre los estragos de esa guerra porque es la enemiga de clase, la fuerza que produce la riqueza y la fuerza a la que el capitalismo devasta saqueándole el producto de su trabajo hasta la ignominia. Navidad es un pretexto más donde las paradojas se agudizan porque la hipocresía burguesa es infinita, celebran el nacimiento de Cristo mintiendo y robando a diestra y siniestra. Hay que recordar aquello de la aguja y el camello y aquello de los mercaderes en el templo.
El discurso dominante se explicita en los valores de las compras. Los trabajadores son víctima de una marejada discursiva que los somete al adoctrinamiento mercantil, manipulación psicológica, violencia simbólica destinada a amaestrarlos ante los caprichos del mercado. La publicidad medra los deseos, pero también los fabrica para "negociarlos" continuamente en su escalada permanente para la apropiación del mundo.
Es preciso multiplicar las luchas contra el modelo hegemónico de publicidad y la transformación radical de la cultura, degenerada en manos del capitalismo. Lucha contra el régimen de propiedad de las herramientas de producción en comunicación y contra las relaciones de producción dominantes .Lucha contra la alienación y la manipulación, lucha contra el discurso nazi-fascista incubado en la publicidad burguesa.
Lucha por una corriente internacional de la comunicación hacia el Socialismo.
domingo, diciembre 17, 2006
A los lectores
"Quiero creer que la gente tiene un instinto por la libertad, que quieren controlar sus vidas de verdad. No quieren que les presionen, que les manden, que les opriman, etc., y quieren una oportunidad para hacer cosas que tengan sentido. No sé cómo probar esto. En realidad es más una esperanza de que las personas son así, de que si las estructuras sociales cambian lo suficiente, esos aspectos de la naturaleza humana saldrán a la luz."
Asimismo, no olvidemos, ahora y siempre, a los hambrientos, a los desposeídos, a los que están en prisión . . . y a los que sufren, en general.
miércoles, diciembre 06, 2006
Neocolonialismo español
Como muestra se hace imprescindible destacar una serie de aspectos que exhiben la manera en que los españoles se han ido repartiendo las rebanadas del gran pastel nacional en los sectores de la banca, comunicación, energéticos, turismo, entre otros. Desde luego, este dominio no se limita a México sino también se extiende por toda Latinoamérica.
La jornada. México, 30 de junio de 2002.
"AMERICA LATINA nos importa : son 400 millones de consumidores", dijo alguna vez Rodrigo Rato, ministro de Economía del gobierno Aznar. Las recientes compras de Radiópolis, por parte del Grupo PRISA, y de Pegaso, por Telefónica- dan fe de ello pero sobre todo de que México sigue siendo importante para España. La estrategia de penetración no es nueva, en su tiempo ya fue practicada en Argentina, Brasil, Colombia o Perú. La raíz del problema está cercana : a finales de los ochenta, la privatización de empresas públicas propició la creación de enormes consorcios industriales, financieros y de servicios. Mientras que en España éstos quedaron en manos de capitales nacionales, en América Latina hubieron de abrirse -faltos de liquidez como estaban- a la inversión extranjera.
En 1992, la celebración del V Centenario del “Descubrimiento de América” marcó un punto de inflexión en la política latinoamericana de España. A partir esa fecha, Madrid promovió una política de penetración comercial y financiera en América Latina orientada a compensar la debilidad de sus empresas en Europa. La llegada de la derecha al poder –en 1996– reforzó dicha tendencia mediante la constitución de un lobby empresarial que en la actualidad determina el proceder político de España en la región
El primer paso político importante estuvo claro : a partir de 1991 se comenzaron a celebrar cumbres iberoamericanas de jefes de Estado y de gobierno con una periodicidad anual. Dato curioso : la primera de ellas tuvo lugar en Guadalajara, Jalisco, durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari. El modelo concebido fue muy sencillo : básicamente se trató de imitar el sistema mediante el cual dos vecinos europeos de España, Francia e Inglaterra, habían logrado perpetuar en el tiempo un cierto grado de padrinazgo sobre sus ex colonias. La que con el paso de los años terminó siendo la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI) se constituyó sobre la base de experiencias ya rodadas como el Consejo Superior de la Francofonía (HCF) o la Commonwealth.
A partir de la mencionada estructura, a los sucesivos gobiernos españoles les resultó relativamente sencillo llegar a acuerdos colectivos que favorecieran sus intereses, pero sobre todo, convertirse en una especie de guardián de la democracia en América Latina y de lo que, para el neoliberalismo, constituye su inseparable corolario : la "correcta" aplicación de los planes de "ajuste estructural". El efecto más importante de éstos fue la "liberalización" de sectores enteros de las distintas economías nacionales que, descapitalizados, no tuvieron más remedio que continuar abriéndose a la inversión extranjera. La española, en este marco, jugó un papel central. Para muestra, un botón : en 1998, apenas seis años después de la celebración del V Centenario, España ya se había convertido en el segundo país inversor en América Latina por detrás, tan sólo, de Estados Unidos.
Toda estructura, sin embargo, necesita venir acompañada de una superestructura que la sustente. Quizás por eso, a partir de mediados de los noventa, los capitales españoles comenzaron a buscar una cobertura política que protegiera sus nacientes intereses en América Latina. Dicho de otro modo : el empresariado español comenzó a apostarle de forma cada vez más decidida a una redefinición de la política exterior de su país. Los viejos esquemas de paternalismo franquista habían dejado de servir a sus intereses pero, paradójicamente, el gobierno socialista que por aquél entonces había en Madrid se resistía a desechar por completo una orientación en la que los factores políticos seguían teniendo un peso importante.
Así, la política latinoamericana de España fue radicalmente redefinida a partir de la victoria electoral de la derecha en 1996. De hecho, a la constitución formal de la OEI le siguió la reorganización del viejo Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI, órgano catalizador de la política latinoamericana de España) pero, sobre todo, la creación de la Fundación Carolina. Formalmente, el mencionado organismo tiene por objeto gestionar la política cultural, educativa y científica de España en América Latina. Sin embargo, en la práctica es mucho más que eso : se trata de un lobby empresarial que desde hace aproximadamente dos años es el que orienta -desde la sombra- la política latinoamericana de Madrid. El modelo, un viejo principio de la política exterior estadounidense : "Lo que es bueno para la General Motors, es bueno para América".
El patronato de la Fundación Carolina está formado por casi todas las empresas españolas que actualmente tienen intereses en América Latina. A saber : el BSCH, el BBVA y Mapfre (banca y seguros) ; Repsol, Endesa, Iberdrola, Fenosa y Gas Natural (energía) ; Iberia (transportes) ; Dragados, ACS y FCC (construcción) y por último la Editorial Planeta y el Grupo Prisa (medios de comunicación). Fuera tan sólo quedan un par de multinacionales con verdadero peso específico en la región : Telefónica (telecomunicaciones) y Sol Meliá (turismo). Están pues, casi todas las que son y éstas son las que por consenso definen un proceder gubernamental español que ora pasa por presionar a Argentina para que acepte las exigencias del FMI (que, en ese caso puntual, son casi las mismas que las de los bancos españoles), ora por conspirar contra el gobierno del presidente Chávez en Venezuela [2].
Elemento novedoso pero no absurdo de la nueva política latinoamericana de España, es el nuevo modelo de relaciones bilaterales que se ha establecido entre Washington y Madrid, sobre todo, a partir de la llegada de George W. Bush a la Casa Blanca. El gobierno de José María Aznar, consciente del poderío de Estados Unidos en América Latina, prefirió romper con el viejo modelo eurooccidental de colaboración crítica con Washington y sumarse a una cooperación transatlántica de tradición más sajona. Los resultados no se han hecho esperar : Estados Unidos ha convertido a España en uno de sus interlocutores privilegiados en Europa [3], y a cambio, el Plan Colombia -eje de la nueva política latinoamericana de Washington- ha recibido un apoyo prácticamente incondicional por parte de Madrid. La presunta coordinación entre ambos países durante el intento de golpe de Estado en Venezuela o la inclusión de las FARC en la lista europea de organizaciones terroristas, constituyen pruebas al respecto.
El corolario de la nueva estrategia española en América Latina ha venido dado, además, por una política de cooperación al desarrollo que más que orientarse verdaderamente a este último fin, ha sido concebida como elemento central de una estrategia estrictamente partidista. El objetivo de esta última consiste en drenar recursos hacia ambos lados del Atlántico reforzando de este modo los lazos entre las oligarquías española y latinoamericana, formando nuevos cuadros adeptos al dogma neoliberal y financiando a organizaciones sociales y estructuras partidarias ideológicamente afines. En este sentido, en las últimas fechas se ha hablado con especial intensidad en España de los Legionarios de Cristo, una organización religiosa ultraconservadora de origen mexicano, de la que se sospecha que es miembro Ana Botella, la esposa del presidente Aznar [4].
Última e importante característica de la política latinoamericana de la derecha española : la cuestión migratoria. Desde la llegada de la derecha al poder, Madrid ha pretendido que su evolución se adapte a los intereses del empresariado español que en estos momentos pasan por una competitividad que se pretende alcanzar por la vía de un abaratamiento de los costos del capital circulante. Las sucesivas legislaciones migratorias, por consiguiente, persiguen poner en marcha dicha medida que no conlleve excesivos riesgos políticos y sociales : se trata, sobre todo, de fomentar una competencia entre la fuerza de trabajo nacional y la importada que, como sea, tampoco ha de afectar excesivamente a la esfera productiva. Por ello, se privilegia una inmigración relativamente homogénea en términos lingüísticos y religiosos que se está promoviendo a través de una política de acuerdos bilaterales con países latinoamericanos. Eso sí, cuando dichos acuerdos son rebasados por la demanda, aparece la represión : cada día, unos 50 latinoamericanos son expulsados de España.
En esencia, el objetivo último de las reseñadas políticas radica en maximizar la importación de capitales provenientes de América Latina con el objeto de redimensionar el papel de España en Europa en un momento histórico clave. Para Madrid no se trata pues tanto de hacer -como reza la retórica oficial- de puente entre América Latina y Europa sino de articular una política exterior de tintes neocoloniales que se complemente, eso sí, con los intereses de Estados Unidos en la región. Visto desde esta perspectiva, el apelativo carolino viene al caso : fue precisamente bajo el reinado del recientemente celebrado Carlos V (1500-1542) cuando tuvo lugar la Conquista de América.
¿Se repite la historia ?
Notas:
[1] No fue casual, por ejemplo, que en plena oleada de compra de antiguas empresas públicas argentinas por parte de multinacionales españolas, el por entonces presidente español Felipe González (1982-1996), durante una visita a Buenos Aires, aseverara : "Si yo tuviera dinero, invertiría en Argentina".
[2] Al respecto, consúltese el informe que en fechas recientes fue presentado por el partido político español Izquierda Unida en relación con la presunta participación del gobierno de Madrid en el intento de golpe de Estado en Venezuela (www.izquierda-unida.es/Actualidad/docu/2002/informegolpevenezuela.htm). Hasta ahora, dicho informe no ha sido desmentido por nadie.
[3] Los símbolos son importantes : el primer país europeo en ser visitado por George W. Bush inmediatamente después de asumir la presidencia fue España. Otro dato significativo : durante la reciente visita del presidente Aznar a Estados Unidos, se estableció un inédito acuerdo de cooperación política e ideológica entre la Fundación Heritage (think tank del Partido Republicano estadunidense) y la española Fundación para el Análisis y los Estudios Sociales.
[4] La polémica ha venido de la mano de un libro recientemente publicado por Alfonso Torres Robles : La prodigiosa aventura de los Legionarios de Cristo (Editorial Foca, Madrid, 2001). En él se desvela el grado de penetración que la mencionada organización ha logrado entre las elites políticas, económicas y financieras españolas.