lunes, octubre 02, 2006

Los muertos de Tlatelolco

Pendiente, número de muertos en Tlatelolco

A 38 años de la matanza estudiantil del 2 de octubre del 68,
aún no es claro el nombre y la identidad de todos los que murieron.

¿Quiénes son los muertos de Tlatelolco? Parece una pregunta sencilla.
¿Quién, entre las miles de personas que se reunieron en la Plaza de las Tres Culturas la tarde del 2 de octubre de 1968, no llegó a casa esa noche?
¿Quién, en cambio, cayó bajo fuego cruzado entre los agentes gubernamentales que disparaban desde los edificios de la unidad habitacional y los soldados que invadieron la plaza?
¿Quién, herido a balazos, murió a bordo de alguna ambulancia de la Cruz Roja rumbo a un hospital?
¿Quién falleció días más tarde en la cama de una sala de emergencias?
¿Quiénes son los muertos?
¿Cómo se llamaban?
Muchas preguntas se ha hecho México durante 38 años.

Tal vez, en otro lugar, en otra época, habrían sido contestadas de forma inmediata: con autopsias y certificados de defunción, reportes de policía, registros de hospital, películas, fotografías y periodismo de investigación. Pero en 1968 México era una nación de secretos y mentiras. Los rumores desvirtuaban a los hechos, la propaganda se fingía noticia y los funcionarios gubernamentales no le rendían cuentas a nadie. Por ello no tenemos versión oficial de la matanza de Tlatelolco.

¿Qué órdenes dio el gobierno del PRI a sus militares, policías y agentes de inteligencia el 2 de octubre?
¿Qué altos funcionarios de la administración de Díaz Ordaz dieron esas órdenes?
¿Por qué empezó la balacera?
Y, ¿quién murió?

Ante la negativa del gobierno a explicar su papel durante los decenios que siguieron a 1968, intentaron hacerlo periodistas, escritores, exdirigentes del movimiento estudiantil, historiadores, analistas políticos. Una "comisión de la verdad" independiente, creada en 1993, fracasó por la falta de recursos, tiempo y autoridad. La Comisión Especial del 68 lo intentó de nuevo en 1998, pero se vio maniatada por falta de evidencias.

En 1971, Elena Poniatowska aportó un recuento, basado en testimonios personales. Líderes estudiantiles de la época, como Luis González de Alba, ofrecieron testimonios personales de la matanza. El investigador Sergio Aguayo estableció nuevos hechos en su libro 1968: Los Archivos de la Violencia. Tuvo un acceso sin precedentes a los documentos de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales de la Secretaría de Gobernación.

Y, sin embargo, nadie ha resuelto el problema de los muertos.

El presidente Vicente Fox prometió esclarecer los acontecimientos de Tlatelolco.
Al nombrar un fiscal especial para investigar la "guerra sucia" -empezando por la matanza de 1968-, y abrir algunos archivos al escrutinio público, Fox, supuestamente quiso enviar la señal de que su gobierno no toleraría el encubrimiento oficial. "Estamos dispuestos a llegar a sus últimas consecuencias en el esclarecimiento de estos hechos", dijo durante un acto en el Archivo General de la Nación.

En diciembre del 2005, el equipo de la Oficina del Fiscal Especial encargado de redactar un informe definitivo completó su labor, y turnó el documento a su titular, Ignacio Carrillo Prieto. Cuando el funcionario omitió presentarlo al presidente, una versión en borrador fue filtrada a un puñado de prominentes escritores y reporteros. El National Security Archive subió el borrador a su página web con el fin de proporcionar un amplio acceso público a él, e impulsar a la administración de Fox a publicar la versión oficial. Fox respondió con la promesa de que el informe final sería divulgado el 15 de abril, pero la fecha llegó y se fue sin ningún comentario del presidente.

¿Cuántos murieron en Tlatelolco?

John Rodda, un reportero de deportes del periódico británico The Guardian, estaba en México cuando ocurrió la masacre. Con base en lo que presenció y las entrevistas que reunió, Rodda originalmente reportó que 325 personas habían muerto en la Plaza de las Tres Culturas. Muchos de los que estuvieron presentes esa noche en la plaza llegaron a la misma conclusión. Estudiantes, gente que pasaba y residentes del complejo habitacional de Tlatelolco contaron haber visto cientos de cadáveres; tirados en lagunas de sangre, apilados contra las paredes de la iglesia, o aventados dentro de camiones de carga que llegaron después de que terminó la balacera a levantar el tiradero.

En los días, semanas y años que siguieron a la matanza, el rango de estimación del número de víctimas fluctuó sin control.

El vocero del presidente Díaz Ordaz, Fernando Garza, calculó poco después de que parara el tiroteo que unas siete personas habrían muerto; horas después, elevó el número a 20. El 5 de octubre, el Consejo Nacional de Huelga que había organizado la concentración en Tlatelolco, dijo que 150 civiles y 40 soldados habían resultado muertos. "Ninguno", dijo el general José Hernández Toledo a Proceso, cuando fue interrogado en 1978. En 1993, Félix Fuentes -quien, como reportero de La Prensa en 1968, había escrito un estrujante recuento de primera mano de la masacre-, sólo pudo especular: "El cálculo de víctimas fatales ha oscilado entre 200 y mil 500". De alguna manera, la estimación se estableció en 300.

El número aparece repetidamente en libros, editoriales, artículos y memorias. "Es terrible haber llegado a una cifra de muertos por consenso", observó Aguayo (Los Archivos de la Violencia, p. 249).

Al suponer números sin vincularlos con los nombres, se confisca la verdadera identidad de las víctimas de Tlatelolco: sus rostros, sus familias, sus vidas antes de que se perdieran.

Durante una investigación, los documentos pueden llevar a equívocos. Los registros oficiales pueden contener errores y distorsiones, al igual que la memoria. Pero leídos colectiva y críticamente -y cotejados con fuentes secundarias y testigos presenciales-, también pueden proveer la sólida evidencia que se necesita para la construcción de una historia acorde con la verdad. Los registros oficiales son las mejores armas que se tienen para desafiar decenios de silencio oficial sobre el pasado. También resuelven el problema de tratar de escribir la historia "por consenso".

Fuentes

Sin embargo, la realidad al intentar obtener documentos de carácter oficial -militares, policiales, y de inteligencia-, ha llevado como resultado una tarea tremendamente difícil. Las colecciones no incluyen índices. Los archivistas se basan en reglas internas no hechas públicas -que parecen cambiar con frecuencia y sin previo aviso- para decidir qué puede ser desclasificado y qué no. El proceso puede frustrar aún al más persistente de los investigadores, hasta el punto de la derrota.

La liberación de los registros es desquiciantemente arbitraria. Un día, se dice que el documento que se quiere leer es reservado y no puede ser liberado. Semanas después, se obtiene el mismo documento, sin dificultad, por parte de un archivista diferente. A lo largo del tiempo, se han reunido varias versiones de los mismos documentos: algunos con páginas faltantes, otros con secciones borradas y, otros más, liberados en su totalidad. Las inconsistencias reflejan la falta de normas de archivo que regulen la apertura de información.

Asimismo, la labor que se requiere para intentar revisar los registros de la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (IPS), es inmensa. No existe un verdadero índice, los investigadores no pueden requerir documentos individuales, sino que tienen que revisar cajas enteras de papeles sin organizar, en busca de información relevante.

Los registros de la Secretaría de la Defensa no contienen nada pertinente sobre la matanza de Tlatelolco. Queda claro que la SEDENA se reservó una gran cantidad de documentos de la colección que turnó al Archivo General de la Nación. El presidente Fox -quien ordenó al Ejército, lo mismo que a la Secretaría de Gobernación y a los servicios de inteligencia, turnar al AGN sus registros sobre la guerra sucia-, debería exigir a las Fuerzas Armadas el cumplimiento de su propia orden ejecutiva, y requerir a la SEDENA que estos registros sean desclasificados.

La lista de los caídos en Tlatelolco después de una ardua investigación es sorprendentemente pobre, pero no por ello, menos poderoso en sus implicaciones. Se confirman la muerte de 44 hombres y mujeres; 34 están registrados por su nombre y 10 más están anotados como "desconocidos". Puede haber otros, pero no se han encontrado ni en los archivos ni en ningún otro registro oficial. Lo que se sabe, es que la muerte de cada uno de los 44 individuos encontrados en los documentos de la guerra sucia, se encuentra documentada en más de uno de los registros gubernamentales desclasificados.

Cada ser humano, representa una vida perdida en el insensato ataque de las fuerzas gubernamentales sobre el movimiento estudiantil, un ataque que mató no sólo a estudiantes, sino a soldados, trabajadores, un maestro, un ama de casa, una empleada doméstica de 15 años y un padre desempleado.

Todos los documentos gubernamentales relativos a las 44 víctimas pueden encontrarse en la página web del National Security Archive. Con la esperanza de identificar a las 10 víctimas de Tlatelolco que permanecen sin nombre, y otras víctimas todavía no identificadas en los registros de la guerra sucia, Archivos Abiertos está lanzando ahora un nuevo link, en el que familiares y amigos pueden registrar información, documentación, fotografías y recuerdos de los seres queridos que perdieron el 2 de octubre.

Archivos Abiertos, mediante esta "convocatoria ciudadana" electrónica, espera lograr una lista más definitiva sobre las víctimas de Tlatelolco, y así honrar su memoria.

Para participar en el Registro de los caídos en Tlatelolco, hay que ir a la página web del National Security Archive's Mexico Project y hacer click en el registro. La dirección es: www.nsarchive.org/mexico.

Juntos podemos construir una historia más precisa de los acontecimientos en Tlatelolco, una historia basada en hechos, al igual que los dolorosos recuerdos que permanecen.

Los muertos

1. Miguel Baranda Salas
2. Carlos Beltrán Maciel
3. Cornelio Benigno Caballero Garduño
4. José Ignacio Caballero González
5. Bertha Corona Tafoya
6. Constantino Corrales Rojas
7. Alejandro Felipe Carbajal Galán
8. Carlos Cristóbal Fortanel Hernández
9. Cuitláhuac Gallegos Bañuelos
10. Luis Gómez Ortega
11. Fernando Hernández Chantre
12. Ramón Horta Ruiz
13. Cecilio de León Torres
14. Manuel Telésforo López Carballo
15. (Pedro) Gustavo López Hernández
16. Rosalina Marín Villanueva
17. Petra Martínez García
18. Agustina Matus de Campos
19. (Ana) Rosa María Maximiano Mendoza Robles
20. Reynaldo Monzalvo Soto
21. Manuel Nájera Oviedo
22. Leonardo Pérez González
23. Melitón Pérez Vitel
24. Jaime Pintado Medina o Gil
25. Pablo Pinzón Martínez
26. Jorge Ramírez Gómez
27. Guillermo Rivera Torres
28. Octavio Rodríguez Cid
29. Armando Reyes Haro
30. Gilberto Reynosa Haro
31. Juan Rojas Luna
32. Antonio Solórzano Gaona
33. Ana María Regina Teuscher Kruger
34. Gloria Valencia Lara de González
y 10 personas más, desconocidas.

Síntesis del artículo presentado en la Revista Proceso del 1º de octubre de 2006, con el título
"Los muertos de Tlatelolco", de Kate Doyle.

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